jueves, 2 de mayo de 2013

Centros de cómputo escolares

Los centros de cómputo en el sistema educativo mexicano se presentaron como la panacea en el camino a la educación de calidad de las instituciones de educación, se pensaba que bastaba con poner al alcance de la población estudiantil, automáticamente se tendría la seguridad de que estos estarían mejor preparados para enfrentar los retos del mercado laboral, muchas veces en México se ha utilizado el pensamiento de que la naturaleza siempre busca equilibrarse, y se dejan al garete muchas cosas que deberían planificarse, prueba de ello son los fracasos de las reformas agrarias,  las reformas laborales, las reformas económicas y muy desgraciadamente las reformas educativas.
México tiene una larga historia de fracasos en la implementación de políticas públicas y programas sociales, fracaso producto de la pereza mental de los dirigentes del país quienes acostumbran copiar y adaptar modelos de éxito en otras regiones, sin considerar las limitantes existentes en el país, y las idiosincrasias propias del país.
Los centros de cómputo en las instituciones educativas fueron introducidos por mandato, se convirtieron en un elemento obligatorio con el cual habría de contarse en cada escuela pública, sin embargo, no se consideraron factores como la infraestructura, el mantenimiento, el personal capacitado, se repartieron a diestra y siniestra equipamientos de cómputo a las escuelas, mismos que iban desde apenas una computadora hasta lotes de cientos de equipos, en muchas ocasiones estos equipos llegaron a las escuelas sin que estas estuvieran preparadas aún para alojarlas, y después de instalarlas en un aula de clases para la foto del recuerdo, eran desmanteladas y almacenadas, y hasta olvidadas por los directores de escuela, más preocupados por sacar el trabajo rutinario que por sacarle provecho a las nuevas herramientas que se les estaban proporcionando, un ejemplo entristecedor de este desperdicio de recursos lo constituyen las escuelas ubicadas en la zona de la Chontalpa del Estado de Tabasco, mismas que durante las inundaciones de 2007 tenían sus equipos de cómputo almacenados en bodegas a nivel de piso y no tuvieron tiempo de sacarlos, quedando los mismos bajo el agua e inservibles, sin siquiera haber sido  sacados de sus empaques.
Estas situaciones se deben sobre todo a que por cumplir con una nueva disposición mal planificada los equipos de computo se entregan a gente que no les encuentra ninguna utilidad porque desconoce sus potencialidades y las considera innecesarias, o como un gasto excesivo al que la institución educativa con problemas presupuestarios añejos no puede hacer frente, y aunado a ello las reformas educativas que intentan incluir las tecnologías de información dentro de la educación obligatoria han sido de origen mal planificadas y peor implementadas, ya que si bien se contempla dotar a las escuelas de equipamiento de cómputo, no se prevé en ningún momento de dotar a las escuelas de una partida presupuestaria para cubrir los sueldos del personal que dará mantenimiento a los equipos de cómputo y que impartirá las clases a los educandos, insistiendo siempre en que no esta en posibilidades de autorizar nuevas plazas para este tipo de enseñanzas, algo por demás inverosímil, cuando el discurso oficial de las autoridades de mayor nivel a cargo de fijar las políticas educativas no se cansa de señalar la importancia de incluir este tipo de enseñanza dentro de la currícula  educativa a todos los niveles.
El principal enemigo de los centros de cómputo es la obsolescencia y la falta de mantenimiento preventivo, en cuestiones de equipos de cómputo el mantenimiento correctivo generalmente implica que el equipo ya no cumplirá con las condiciones optimas de desempeño y que sus componentes fallaran en cualquier momento con el consecuente incremento de costos para la institución, por ello es vital que las escuelas aprendan a sacar el mayor provecho de los equipos desde el instante mismo en que les son otorgados, o adquiridos, ya que el peor enemigo de los equipos electrónicos es el polvo, y el polvo hace especial daño a los equipos almacenados en bodegas o bien sin utilizar; los equipos que permanecen mucho tiempo embodegados, aún cuando permanezcan en sus empaques originales no se encuentran tampoco a salvo, ya que los insectos hacen presa de ellos para utilizarlos como nidos, o peor aún para alimentarse con las piezas de goma y aislantes.
Un adecuado mantenimiento preventivo evita toda clase de costos a las instituciones propietarias de los equipos, principalmente porque mantener los equipos libres de polvo, no solo superficialmente, sino también en su interior prolonga la vida útil de los mismos y el desempeño, un equipo que presenta problemas de acumulación de polvo tendrá síntomas como sobrecalentamiento, apagados sorpresivos, lentitud, bloqueos, y perdida de funcionalidad de algunos componentes como teclado, mouse, unidades de disco, etc.
Las instituciones educativas necesitan cambiar el enfoque hacia los centros de cómputo, dejar de pensar que lo único que necesitan es un encargado que vigile a los usuarios aunque no sepa ni como encender los equipos, capacitar a su personal y dotarles de las herramientas y los tiempos necesarios para cumplir con la función de mantener en buen estados los equipos, darse cuenta que mantener en buen estado los centros de cómputo no es un gasto, si no a la larga constituye un ahorro y un notable beneficio para la comunidad escolar.
Los centros de cómputo ya no pueden seguir condenados a convertirse en cementerios de electrónicos, o deshuesaderos para proveer piezas de recambio a los equipos usados por la administración escolar, deben empezar ser valorados y cuidados como lo que son: herramientas para facilitar el aprendizaje y desarrollo de competencias para la vida. Las instituciones deben dejar de ver el área de centro de cómputos como el lugar ideal para poner a trabajar a los recomendados, y familiares; y comenzar a invertir en capital humano que permita sacarle el mayor partido a la inversión tecnológica existente, un centro de cómputo bien manejado puede convertirse sin lugar a dudas en una fuente de ingresos por capacitaciones, talleres, cursos y demás actividades académicas ofertadas a la comunidad, convertirse en autosustentable y dejar de ser una carga para la institución, para convertirse en un generador de bienestar para la institución y hasta en una fuente de orgullo para la comunidad escolar.
para que esto sea posible es necesario que los directivos y el mismo personal adscrito a los centros de cómputo tome consciencia de que puede contribuir de forma positiva al logro de las metas de la institución a la que pertenecen, que las áreas de cómputo ya no deben ser consideradas como apéndices de las instituciones, sino parte integral de las mismas, y corresponsable de la formación educativa transversal dentro de la institución.
Hay mucho trabajo que hacer, y si bien es cierto que las políticas educativas han carecido hasta hoy de un rumbo definido y a largo plazo caracterizado por errores más que por aciertos, los centros de cómputo dentro de las instituciones educativas ya son un estándar, y corresponde a las mismas tomar la batuta en este sentido y hacerlos productivos, el cambio empieza normalmente de abajo hacia arriba, no al contrario, el fracaso de las instituciones lo ha constituido el esperar que la solución les sea dictada desde arriba y mágicamente se les solucione todos los problemas, cuando en realidad la solución debe surgir desde abajo del sistema y terminar instaurándose como modelo de éxito ya probado, las soluciones desde arriba ya han probado estar condenadas al olvido, muestra de ello lo constituye el famoso y multipublicitado programa de Enciclomedia, el cual tuvo una efímera existencia de  menos de 6 años, ahora son las instituciones en lo individual quienes deben tomar la rectoría de sus centros de cómputo y buscar la forma de hacerlos valer cada peso invertido en los mismos por el gobierno federal, buscando comprometer a la comunidad y a la larga hacerlos sustentables para las mismas, ningún padre en su sano juicio se negaría a aportar para dar impulso a un recurso que da beneficios tangibles a la educación de sus hijos, pero todos con total seguridad se negarán a apoyar la existencia de algo que ha demostrado ser inoperante, improductivo y ha constituido simplemente un gasto más para la institución.
Cambiemos el enfoque de los centros de cómputo y veremos que estos dejan de ser un lastre para convertirse en un motor impulsor de la formación integral de nuestro capital humano desde el nivel elemental hasta la educación superior.
Cárdenas, Tabasco, 02 de mayo de 2013